Nos hacemos eco del testimonio y también deseo de este Salmista: “Bienaventurado el que tú eliges y acercas… le saciaras de tus bienes” (Sl 65,5). Este hombre sabe bien que Dios tiene en su mano todos los bienes que colman la insaciabilidad de su alma, la suya y la de todos. Sabemos que las promesas de los Salmos se cumplen en Jesús y también en sus discípulos.
El Evangelio nos introduce paso a paso hacia el Misterio de la Cruz… cuando a pesar de los titubeos e incluso caídas, damos esos pasos entonces Él nos hace ya participes de los bienes eternos...los que sin conocerlos, intuyó el Salmista.
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