Es una agenda distinta. El horario y el calendario no se ajustan a nuestros altibajos, a nuestras querencias, a nuestras censuras y desprecios, pues tiene otro recorrido. Y, sin embargo, hay quien sigue trabajando con discreción tenaz para que pueda entenderse qué hacemos en la vida, quién nos ha creado y cuál es el trozo de responsabilidad que han puesto en nuestras manos para hacer un mundo mejorable sin las rémoras que tantas veces lamentamos. No hay neutralidad en los momentos, y toda ocasión es un pretexto para deslizarnos un mensaje en el que vale la pena aprender algunas cosas.
Esta es
la labor que continuamente sigue haciendo Dios con cada uno de sus hijos. De
muchas maneras nos propone caminos, se hace presente en nuestras
circunstancias, y nos susurra de modos diversos su palabra que no cansa, que
trae la luz que no se apaga, que inspira esa paz que calma el alma y permite
que nuestro corazón se abra más y más a la esperanza. Muchas maneras y modos
diversos. Pero Dios no ceja en el empeño de permitirnos estrenar aquello para
lo que cada uno de nosotros nacemos.
Incluso
lo que aparentemente es negativo y parece contradecir la bondad de la vida,
puede tornarse en ocasión para un saludable comienzo. El gran escritor
británico Clive Staples Lewis, autor de las célebres “Crónicas de Narnia” y
“Cartas del diablo a su sobrino”, entre otras publicaciones exitosas, decía que
“el dolor insiste en ser atendido. Dios nos susurra en nuestros placeres,
nos habla en nuestra conciencia, pero grita en nuestro dolor; el dolor es su
megáfono para despertar a un mundo sordo”. Este Dios así de discreto sabe cómo
susurrar, cómo hablar y cómo gritar, para que nos enteremos de lo que Él nos
brinda como camino de felicidad y humana realización en cada instante. Es
justamente lo contrario a lo que observamos en quienes han decidido ir por un
derrotero de violencia con todos terrores, de droga con sus alucinaciones
variopintas, de sexo sin rostro que te enajena y animaliza, de poder basado en
la insaciable acumulación de tantas cosas construidas y mantenidas desde la
mentira.
Cada vez
más sordos ante la palabra que nos permitiría ser quienes debemos ser, cada vez
más alejados del ideal que nos concierta con nuestra conciencia y nuestra
libertad, reconciliándonos también con los que tenemos cerca como ayuda para
nuestro destino. Pero llega un momento sin cita previa, un instante sorpresivo
que de pronto se hace regalo y gracia que te cambia la vida y parece que
comienzas entonces a vivirla. Es un don grande porque te es dado, no es fruto
de tu cálculo ni de tus conquistas.
Llevamos
varios años en los que cada vez más adultos piden el bautismo, de esos jóvenes
y maduros que en su día no fueron bautizados por mil motivos. Y, al mismo
tiempo, cada vez acuden más bautizados que fueron hechos cristianos en serie y
no en serio, hasta que el don inesperado hace que deseen vivir todos los
factores de la vida desde un estilo cristiano. Lo hemos llamado “catecumenado
de adultos”, en donde damos la oportunidad de acompañar esos procesos que no
son ya catequesis para niños, y tras un tiempo de adecuada preparación, hombres
y mujeres jóvenes o maduros, deciden dar inicio a una vida cristiana asumida
con una conciencia responsable poniendo el gozoso contrapunto a algunas
apostasías que a veces nos llegan.
Así este
año se nos acercarán unas ochenta personas para dar este paso. Será una
celebración hermosa en la Catedral de Oviedo con estos bautismos y
confirmaciones de adultos. Un motivo para dar gracias al Buen Dios, porque en
su agenda estaba anotada esa fecha en la que estos hermanos nuestros darían el
paso de una fe madura como un verdadero regalo, auténtico don para ellos y para
toda la Iglesia. Bendito sea Dios.
+ Fr.
Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo
de Oviedo
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