Ni arrugas, ni granos, ni
estropicios... Seremos espejos de almas impecables y los seres queridos nos
reconocerán por nuestros rasgos, porque por “hablar” como sucedió con Cristo,
como que no.
No penséis que el hecho de que comiera
pescado -símbolo del Cristiano- significa que en el cielo haya supermercados...
Pues tampoco, allí no hay ninguna necesidad terrestre, todo deseo será a pedir
de pensamiento para felicidad del alma y ayuda a los que aún esperan en la
tierra.
La vida de Jesús es un constante ejemplo
con hechos milagrosos a entender; no solo fue comer pescado cuando volvió, sino
anteriormente a su Muerte, en una ocasión hizo que los demonios se metieran en cuerpos
de cerdos y estos se suicidaran en masa, y ¿Por qué en cerdos “sin culpa”? Para
mí fue un aviso: “Piara” de personas sin
corazón que acabarán en los abismos”, y... Le echaron del pueblo ¡Como
siempre!
Pienso, que lo sucedido aquél día en Emaús
fue importantísimo para la humanidad y sus miedos a desaparecer por siempre. ¡Madre
mía! Qué ilusión vivir en medio de un amor inimaginable, el que conocemos aquí no
es más que una ligera sombra del verdadero.
A mí, éste pasaje me da una paz
extraordinaria. Gracias por comer pescado...
Emma
Díez Lobo
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