A simple vista ¡ni flores!, porque no
“se compaginan” la felicidad con el llanto. Me refiero a lo que Dios desea de
nosotros ¡Qué seamos felices!!!
No… sí ya… Pero la vida no coincide con
su deseo, ¿a vosotros sí?, pues a mí no, ni a Él tampoco.
Hay que descifrar ésta gran frase de
Dios, voy a explicarla como Él me da a entender después de tantos
acontecimientos macabros (Niza, Estambul, Múnich, Normandía…).
Cuando Dios nos habla de felicidad, no se
refiere a que tengamos una estupenda y maravillosa vida sin atentados ni conflictos,
sino a una tranquilidad espiritual cuando la desgracia se cierne en nosotros. No
al desamparo ni a la tristeza, no a la depresión ni a la venganza, sino a vivir
los acontecimientos con la certeza de saber que Él está ahí ofreciéndote sus
brazos, diciéndote que no temas nada, que CONFÍES en la OTRA VIDA dónde el amor
es más grande que el universo.
Si la fe nos invadiera, os puedo
asegurar que nuestra “felicidad” pasara lo que pasara, sería constante, porque
Dios se encarga del tema y no tú.
Sabemos que la pena y el dolor son
humanos pero la PAZ del alma, sólo la da Dios; si dudamos de Él, estamos dando
paso al mal, cual se cierne y arrastra dónde quiere: La desesperación y
alejamiento de Dios.
La frase: “Nunca sabes cómo reaccionarás ante…” Pues deberíamos saberlo.
El terror es una realidad, pero si
somos hombres de fe, todo cambia en nuestro sentir: Jesús, COBIJO Y PADRE del inocente que
vuelve a Él; Jesús, CONSUELO Y
PADRE del que se queda.
¡Sólo tenemos que estar preparados!
Emma Díez Lobo
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