Contenido de la oración
cristiana
El texto del evangelio
de hoy contiene la oración breve del Padrenuestro, seguida de una exhortación a
la perseverancia en la oración, confirmada con algunos ejemplos. Como la
exhortación a la perseverancia reaparecerá el domingo 29º de este tiempo
ordinario, este comentario se centra en el contenido de la oración.
Es interesante conocer
el momento en que Jesús enseñó esta fórmula para conocer su finalidad. Estuvo
orando durante la noche y, por la mañana, los discípulos le piden que les
enseñe a orar como Juan Bautista enseñó a
sus discípulos, es decir, no piden aprender a orar sin más, porque ya lo
sabían, ya que todo judío aprende a orar en su familia y en la sinagoga. Lo que
piden es un modo de orar acorde con el mensaje que está proclamando, lo mismo
que hizo Juan Bautista con sus discípulos. Seguramente Juan enseñó a sus discípulos una
forma de orar acorde con su predicación de conversión. En el Padrenuestro Jesús
enseña a sus discípulos a orar de acuerdo con su mensaje, que se centra en que
Dios es Padre y que va a reinar. Esto explica perfectamente el contenido de la
oración. Por ello la finalidad de esta oración no es que se repita la fórmula
sin más como si fuera una oración mágica (se puede hacer, despacio, siempre que
sea expresión de los sentimientos del corazón) sino decir los elementos que
tiene que tener la oración del discípulo de Jesús. La oración de Jesús nos ha
llegado en dos formulaciones, la de san Lucas y la de san Mateo. Aquella es más
breve y los especialistas la consideran más cercana a la que enseñó Jesús, pues
san Mateo explicitó algunos elementos para que quedara más claro su contenido.
Lo primero que ha de
hacer el discípulo es invocar a Dios como Padre, es decir, ponerse en la
presencia de Dios como Padre y sintonizar con él, sintiéndose confiadamente
unido a él como hijo (san Mateo explicita que es Padre nuestro, lo que implica que hay que sintonizar también con todos
los hermanos; y además que es el que está
en el cielo, el Dios transcendente). A continuación lo primero que tiene
que hacer el discípulo es alabar al Padre, pues la relación con el Padre debe
desarrollarse en contexto de gratuidad y alabanza. La fórmula usada expresa un
deseo de que todos los hombres lo alaben y reconozcan su bondad. A continuación
el discípulo desea que se realice plenamente el plan del Reino de Dios. Hasta
aquí todo es teocéntrico. El discípulo se siente hijo, alaba al Padre y se
identifica totalmente con su plan salvador y sus implicaciones. La segunda
parte es antropocéntrica. Jesús nos enseña que, en este contexto del primado de
la voluntad de Dios, expongamos nuestras necesidades existenciales, la primera
es el pan necesario de cada día, es decir, nuestras necesidades materiales (el
pan, el vestido, la vivienda, el trabajo, la salud...), la segunda es la virtud
de la penitencia, es decir, vivir constantemente en el perdón de Dios y
perdonando mutuamente a los que nos ofenden, la tercera y última es la
perseverancia en la fe, que es la gran tentación
que acecha al discípulo.
Toda oración del
cristiano debe contener explícita o implícitamente estos elementos para que sea
cristiana.
Todo ello está contenido
en la celebración de la Eucaristía. En ella todas las oraciones van dirigidas
al Padre por medio de Jesús y además están dirigidas en primera persona del
plural, es decir, oramos como Iglesia, unidos a los hermanos. En ella domina el
tema de la alabanza, que culmina en un crescendo continuo en la doxología final.
Hay quien dice que la misa “no le dice nada”; realmente “no tiene nada que
decir”, puesto que no es ni un concierto ni una conferencia sino celebración
comunitaria de nuestro agradecimiento al Padre en que le ofrecemos nuestra
existencia y le pedimos su ayuda. En ella nos habla el Padre por Jesús en orden
a su reino, sugiriéndonos motivos de conversión y colaboración en la obra del
reino. En ella presentamos nuestras necesidades existenciales, materiales y
espirituales. En ella el Padre nos renueva su amor entregándonos a su Hijo en
la comunión. Todo ello implica una
preparación remota e inmediata, pues es sacramento de la fe, y esta es oscura.
Rvdo. don
Antonio Rodríguez Carmona
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