Clamad a la
Iglesia, clamad a Dios por la salvación de la humanidad en constante mentira, poder,
infamia, muerte y maldad consentidas.
Clamad a la Iglesia
para que sus ministros nos perdonen de mil maneras, que si Doctores tiene la
Iglesia, sean pues iluminados y practiquen hoy el perdón.
Clamad a María para
que no sean crucificados más inocentes; clamad porque la luz y la Gracia de
Dios, caiga sobre los culpables antes de morir y se salven.
Pobre mundo el que
vive bajo el yugo del terror y la ignominia. Espaldas cargadas de moribundos solitarios
y cadáveres por mil. No veremos su clemencia ni perdón, pero a tiempo están,
como Lázaro, de resucitar a Dios.
Es la historia del
mal, así se escribe desde antes y desde ahora, desde el Coliseo romano a la
tremenda actualidad: Mártires de los poderes que reinan sin Dios.
“Quien a Dios tiene, nada le falta”…
Y las Bienaventuranzas se clavan en el hombre a fuego de esperanza ¡Qué
gran tiempo para recordar hasta la última Palabra de Cristo!
Seas quien seas,
hagas lo que hagas, no dejes de orar, tienes el tiempo y el espacio, Él te
escucha, confía. No hay mayor consuelo que la fe de un católico.
En batas blancas,
en uniforme o sin él, en campos y morgues, anda nuestro Dios de un lado para
otro con lágrimas en los ojos…
Emma Díez Lobo
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