Analizamos esta
realidad a la luz de la llamada de Jesús a sus discípulos: "Venid conmigo
y os haré llegar a ser pescadores de hombres" (Mc 1,17) Fijémonos en estos
verbos empleados por Jesús; hacer, llegar y ser. Indican que Él es el
principio y fin de su obra por excelencia: El Discipulado. En sentido amplio
como nos dijo San Justino ya en el siglo II.
Los llamados al
Discipulado no nos apoyamos en nosotros, bien conocemos nuestras carencias sino
en la Garantía dada por Aquel que nos llama:" Yo os haré llegar a ser...”
Impulsados por esta garantía decimos al Señor: Aquí estoy. La Palabra que
habita en los Salmos nos ayuda a entender esto...recordemos antes que el
Vaticano II nos dijo que los Salmos son profecías que se cumplen en Jesús y en
sus discípulos.
Veamos entonces esta
del Salmo 138: " Señor tu amor es eterno, no abandones la obra de tus manos”.
La obra de sus manos por excelencia es el Discipulado, en el, Dios culmina en
nosotros la llamada de su Hijo un culminar iniciado en el: “yo os haré llegar a
ser “Culmen que se anuncia en el Salmo 16 como victoria sobre la muerte...la de
su Hijo y la nuestra: " No abandonarás mi alma en el abismo ni dejaras a
tu fiel ver la corrupción" Esta es la última palabra de Dios sobre la
muerte de su Hijo y sobre la nuestra...!!
¡¡Alegrémonos!!
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario