lunes, 27 de abril de 2020

Llevamos el estigma de la muerte en nuestro ADN.




Analizamos esta realidad a la luz de la llamada de Jesús a sus discípulos: "Venid conmigo y os haré llegar a ser pescadores de hombres" (Mc 1,17) Fijémonos en estos verbos empleados por  Jesús; hacer, llegar y ser. Indican que Él es el principio y fin de su obra por excelencia: El Discipulado. En sentido amplio como nos dijo San Justino ya en el siglo II.

Los llamados al Discipulado no nos apoyamos en nosotros, bien conocemos nuestras carencias sino en la Garantía dada por Aquel que nos llama:" Yo os haré llegar a ser...” Impulsados por esta garantía decimos al Señor: Aquí estoy. La Palabra que habita en los Salmos nos ayuda a entender esto...recordemos antes que el Vaticano II nos dijo que los Salmos son profecías que se cumplen en Jesús y en sus discípulos.

Veamos entonces esta del Salmo 138: " Señor tu amor es eterno, no abandones la obra de tus manos”. La obra de sus manos por excelencia es el Discipulado, en el, Dios culmina en nosotros la llamada de su Hijo un culminar iniciado en el: “yo os haré llegar a ser “Culmen que se anuncia en el Salmo 16 como victoria sobre la muerte...la de su Hijo y la nuestra: " No abandonarás mi alma en el abismo ni dejaras a tu fiel ver la corrupción" Esta es la última palabra de Dios sobre la muerte de su Hijo y sobre la nuestra...!!

¡¡Alegrémonos!!

P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com

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