Hemos de ir a la Palabra con
una mirada contemplativa, leerla lentamente, paladearla, amarla con el corazón
entregado...entonces Dios mismo extrae de las palabras con las que con tanto
amor hemos abrazado " el Espíritu y Vida" contenido en ellas (Jn
6,63) Una relación así con el Evangelio imprime en nuestra mente interior, como
dirían los Santos Padres, " el sublime conocimiento de Jesucristo"
(Fl 3,8) Pablo habla de conocimiento sublime porque transciende por
completo toda sabiduría que podamos acumular con nuestros recursos : cursos, libros,
conferencias...por muy convenientes que sean. El que va al Evangelio con la
amorosa audacia con la que fueron y van los Santos se adentran en el Misterio
de Dios y Él se refugian frente al mal y el odio que les acecha por el hecho de
ser Discípulos de Jesús (Jn 15,18…) Hacer parte del Misterio de Dios...como
hijos suyos! Ahí el gran don que reserva el Evangelio para quien se
apasiona por él. Los sabios de este mundo nunca lo entenderán como dijo Jesús (Mt
11,25- 27)...Tú que estás leyendo esto, muy probablemente sí.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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