Me planteo nacer para morir un día
concreto y además conocerlo…
No, así no se puede vivir… ¿Cuántos
años de juventud me quedan después de la adolescencia?, ¿17?
No será una muerte sosegada, tampoco
tendré fármacos para el dolor; seré torturado, perderé carne y sangre a
raudales, mi cara ensangrentada y golpeada me quitará la vista de mi ojo
derecho y lo más trágico, no podré respirar con mis pulmones encharcados.
No, así no se puede vivir. No es humano
saber lo que el hombre hará conmigo cuando esté comenzando a madurar la vida.
¡Tenebroso futuro el mío! Y no pasará
de mí ese cáliz más amargo que la hiel.
Mis amigos, mi madre, mi familia serán
testigos y no podrán hacer nada para evitarlo… ¡Ni mi Padre puede! Puesto que
de Él viene entregarme en favor de la humanidad; cortar mi vida para salvarles,
dejar el amor de los míos y sufrir su dolor e impotencia…
No, así no se puede vivir, ni sonreír,
ni esperar… NO, YO NO PUEDO.
Pero Él, SÍ… Historia real, cruda, despiadada. Dicen que era Humano, que
tenía Madre, amigos, que dormía, comía y Hablaba sin parar… Dicen tantas cosas
grandes que el mundo cuenta los años desde su Nacimiento... Dicen que era Dios.
Sí, Dios era el único que podía soportar aquella vida programada en
base a la maldad del hombre. ¡Qué
terrible para Él haciéndose Hijo y Padre!, qué angustia desde el principio,
callado hasta el final.
Desde entonces, cielo abierto y fuerza
más gracia para facilitarnos el camino hacia la sublime eternidad.
No, no puedo entender al hombre después
de esto, y ahí están, día y noche sin “tocar a Dios” y, pienso:
El
amor por nosotros era EXTREMO y sucedió. Desagradecido mundo ¡Cambiad!
Emma
Díez Lobo
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