Vive sencillamente para que otros,
sencillamente, puedan vivir
ü Vivir la sencillez es no necesitar tener muchas cosas
para ser feliz, no cayendo en el consumismo ni en las modas que nos obligan a
comprar lo nuevo, lo último.
ü Vivir la sencillez es tener más alegría al dar, o al
compartir, que al recibir, porque has descubierto el poder misterioso que tiene
la palabra gratuidad.
ü Vivir la sencillez es vaciar el corazón de todas las
cosas innecesarias que lo ocupan, y llenarlo del tesoro de la amistad, de la
cercanía y del encuentro humano con los demás.
ü Vivir la sencillez es creer que tu valía y dignidad
están en lo que eres como persona y no en lo que tienes o la posición social
que ocupas.
ü Vivir la sencillez es solidarizarse con tantas
hermanas y hermanos de tu familia humana que viven injustamente en la pobreza y
necesidad, y te movilizas e implicas porque no quieres vivir mejor que
ellos.
ü Vivir la sencillez es poner tu confianza y
seguridad no en el dinero o posesiones, sino en tus bienes espirituales en tus
convicciones y creencias, en tu fe. en tus capacidades, en tu fuerza interior y
en la de aquellos que te aman y aprecian.
ü Vivir la sencillez es trabajar para vivir y no vivir
para trabajar.
ü Vivir la sencillez es disfrutar de los innumerables
regalos que la vida, la naturaleza, le ofrece constantemente cada día, y que
pasan desapercibidos para la mayoría de la gente.
ü Vivir la sencillez es respetar y cuidar de la
naturaleza con tu forma de vivir, reciclando, reduciendo el consumo
innecesario.
ü Vivir la sencillez es utilizar tu dinero para que tú y
tu familia podáis vivir con dignidad, y para que los demás también puedan vivir
con dignidad si lo inviertes en banca ética y si te habitúas a exigir productos
que provengan del comercio justo y del comercio local.
(CARITAS. Campaña institucional.)
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