-Señor, hace mucho frío, el día está
gris y mojado… ¿Me perdonas si no voy a misa?
- Hummmm, déjame pensar
- Mira, es que tengo que ir andando y
la cuesta es muy larga…
- Ya, ya te oigo; deja de excusarte y dime que estás genial en casa
calentita…
- Sip
- Vamos a hacer una cosa, léete el
Evangelio, mira cómo lo puedes aplicar en el día de hoy y déjame pensar….
- Ya me lo leí
- ¡Que me dejes pensaaaaar!!!
… La verdad es que si fuera a ver a
algún novio, seguro que…
- Ahí te quiero ver, querida, “usease”
que si Yo fuera tu novio…
- Pos… Sip (sinceramente) y si me
debieran “pasta”, también
- Ni soy tu novio, ni te debo nada. ¡Pero tú a Mí, SÍ!
- Ya, si lo sé, es que cómo son cosas
distintas…
- Y menos importantes ¿Verdad?
- ¡Oinnnssssss, siempre me “pilla”!…
Pero Tú sabes que yo sé, que no es menos importante, pues sólo faltaba que me diera
un “yuyu” y entonces…
- Y entonces te arrepentirás de no
haber tenido mi fuerza con la Comunión…
- Ya, si cada vez que pongo excusas, lo
pienso.
- ¡Pues hala!, vístete, abrígate y ve
despacio y con tiempo. Yo estaré allí como si fuera “tu novio”, esperándote. No
te arrepentirás porque volverás contenta de tenerme contigo para lo que
necesites.
- Gracias Dios, ahora me visto… Nos
vemos en tu casa.
- OK y no seas tan lacia con tu alma
¡hija!, sabes que no te voy a decir el día ni la hora en que “dormirás”, por
tanto estate siempre alerta…
- Vaaaaaaale, pero quería tener esta
charla Contigo, así me quedaba más tranquila.
- ¡Encima con reticencias!, si es que… siempre
igual
Emma
Díez Lobo
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