jueves, 22 de febrero de 2018

No sé pedir



                                                                                                                
Jesús se pasaba el día orando y pidiendo en la oración: Paz, paciencia de santo y fuerza. Pues yo lo mismo, todo el día pidiendo…

Lo malo es que yo creo que “me paso” haciendo la lista y ¡Jopé! me digo, esto no puede ser, son demasiadas  cosas… Entonces, empiezo a reducir: Esto no, esto otro día, esto el Domingo que viene y ¡hala, nueva lista!... Al final, como al principio, la tira…

… Que si mis padres, que si los sacerdotes, que si los pobres, que si los del “purga”, que si los viejillos, que si las guerras, que si los amigos… Y por último, mi petición concreta; y lo mejor, no me hace ni caso, ¡a ver, lo entiendo!, con tanta petición, cuando llego a lo mío, como que Le he aburrido… Y así cada semana.

Si es que ¡No se pedir! 

- ¿A estas alturas? Anda, escucha: Pide por que mi Evangelio sea entendido y con un alma sólo que mire hacia Mí, me alegraré enormemente por él, también ora por las que se fueron. Después dime que necesita tu hijo, te aseguro que su esfuerzo será recompensado. Díselo de mi parte y a ver si un día viene y se lo digo en directo, porque siempre te envía a ti…  
  
- ¡Qué me vas a contar! Soy el “corre ve y dile” de todos los que no van y, pretenden  como si yo fuera Santa Teresa (que todo le salía genial), que salgan las peticiones…

En fin Señor, sé que conoces nuestras ansiedades y aunque sea por este medio, también podemos hablarte y decirte lo que nos pasa -yo, al menos, quiero saber pedir que no es poco-. Gracias por estar en “Microsoft Word”.

Se puede hablar con Dios de muchas maneras…   

Emma Díez Lobo
    

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