Desde
hace un tiempo me doy cuenta, supongo que a muchos nos pasa, de que Dios está a
mi lado; no porque me escuche o no, ese es otro tema, sino porque se nota su
presencia, es como si algo se hubiera
pegado al cuerpo.
A
veces pienso ¿Será obsesión? Pero amigos, te pones a leer cualquier Evangelio y
las cosas que dice, te convence. Dios no es abstracto ni te Lo han metido en la
cabeza. Sus Palabras no son de un ser como
nosotros, son únicas y tan llenas de sabiduría que se te van las dudas. Nadie
es capaz de hablar como Él. ¡Imposible!
Ésta
intimidad es fantástica, me lo paso genial, tal vez sea porque tengo montón de
problemas sin resolver y escribir junto a Él me distrae, tanto que no arreglo
nada. Es extraordinario, bueno en extremo y sabio como el mundo no conoce.
Todas
sus palabras son para la vida, para que el sufrimiento no te desarme, para que
seas un poco más feliz en la vorágine de este mundo. ¡Claro que el camino para entenderle
es difícil!, pero cuando lo haces, te das cuenta de que lo único que desea es tu
salvación.
Yo
desconocía la “estrechez de su puerta” y
vivía “sin pensar”… Ahora, cuido más mi vida y cruzo la Puerta Santa, pero me
queda tanto por cambiar que el Mississippi se me hace corto.
Me
ha consolado con lágrimas que me dormían, me ha librado de graves momentos; sí,
me doy cuenta de su presencia y me toca
ser a mí quien ha de pegarse a Él como
un sello.
¡A
ver si la puerta se “ensancha un pelo”!
-
De eso nada…
-
¡Pufff!
Emma Díez Lobo
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