Jesús dice a la
Samaritana que Dios quiere ser adorado en espíritu y verdad (Jn 4, 23-24). Él
mismo nos enseñará a adorarle así.
Tengamos en cuenta que
en el Antiguo Testamento vemos que Israel adora a Dios postrado en tierra (Sl
95, 6). Fijémonos ahora en Jesús; finalizada la Última Cena se encamina hacia
el Huerto de los Olivos para dar el sí definitivo a la voluntad del Padre. Al
llegar, cae postrado en tierra como el grano de trigo que echado en tierra
muere y da su fruto (Jn 12, 24). Postrado pues en el suelo eleva su mirada al
Padre y oró así: ¡Padre mío, si es posible, que pase de mi este cáliz, pero no
se haga mi voluntad, sino la tuya! (Mt 26, 39).
Al ofrecer renunciar a
su propia voluntad para acoger la voluntad del Padre está diseñando las líneas maestras
de la Adoración a Dios en Espíritu y Verdad; Adoración que en general no
va acompañada de desmayos, levitaciones, etc. -eso no es importante en si- sino
que al ofrecer nuestra voluntad a Dios se cumplen las palabras de Jesús que nos
identifican como Discípulos suyos: "El que pierda su vida por mí y por el
Evangelio la salvará" (Mc 8, 35). He ahí el Manantial que
nos permite adorar a Dios en Espíritu y Verdad.
P. Antonio Pavía
https://comunidadmariama.blogspot.com/
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