Deseo escribir sobre
los que, cada cual según la llamada recibida, anunciamos el Evangelio de Jesús:
sacerdotes, catequistas, animadores de grupos, servidores de comunidades
parroquiales, eclesiales... Movimientos... etc.
A todos ellos me dirijo
pues con cierta frecuencia viendo que nuestros desvelos por hacer llegar a
estos grupos el Evangelio de Jesús no dan grandes resultados, tentados por el
desánimo, pensamos en tirar la toalla. Esta escasez de fruto puede ensombrecer
la llamada de Jesús a anunciar su Evangelio A todos quiero recordaros como
inicia Jesús la parábola del Sembrador... también llamada del Anunciador:
"Salió el sembrador a sembrar...".
Esta es nuestra
grandeza y nuestra diáfana libertad. Jesús dice que la mayoría no valoró las
semillas sembradas en la tierra de su corazón... tenían proyectos mayores y más
urgentes que cuidar las semillas de la Palabra recibidas... tan solo una
minoría la acogió y dio fruto...
No dejemos que esta
realidad palpable agote nuestro ánimo... nuestra grandeza y libertad serán
intocables mientras veamos que lo nuestro es... "Salió el sembrador a
sembrar...". Y detrás de nuestra identificación con Jesús, el Sembrador
que salió a sembrar, brilla la jugada maestra de nuestra vida cuyo premio es:
Ser y estar con y en Jesús como Él estuvo con y en el Padre (Jn 14, 11).
P. Antonio Pavía
https://comunidadmariama.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario