"Me brota del
corazón un poema bello... en tus labios se derrama la gracia...” (Sl 45,2…).
Cuando la Palabra se
asienta en el corazón de una persona, de su alma brota el Amor de Dios con
tanta luz que no necesita palabras rebuscadas para hablar con Él; sus impulsos
se imponen a todo estereotipo poético; son como un surtidor que emerge de la
Fuente de Aguas Vivas que tiene dentro (Jn 7,37...).
Es este un aprendizaje
progresivo realizado por el Único Maestro (Mt 23,8). El que así es enseñado
conecta con Dios tanto en una Basílica como ante una pared desnuda de su casa y
lo puede hacer porque el Señor Jesús le ha enseñado a conectar con el Cielo; ha
abierto los ojos de su corazón para hablar con Él, el Invisible, a estar con Él,
digamos, cara a cara.
Estas personas al estar
así con Él, perciben que de sus labios también invisibles se derrama la Gracia,
la Palabra llena de vida y espíritu. (Jn 6, 63) a las que Pablo llama el
Evangelio de la Gracia (Hch 20,24).
P. Antonio Pavía
https://comunidadmariama.blogspot.com/
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