Nos deleitamos con el
Fuego de Amor que brota del alma de este salmista. Se dirige en peregrinación a
Jerusalén hacia el Templo Santo en el que habita su Dios y Señor. Tal y como
dice Jesús que "de la abundancia del corazón rebosan los labios" (Mt
12,34b) nuestro fiel israelita comparte con nosotros algo de las inescrutables
riquezas que Dios ha depositado en el cofre de su corazón como por ejemplo esta
gloriosa exultación ante su ya cercana llegada al Templo
"Qué deseables son tus moradas Señor,
Dios mío, mi alma se consume y te anhela… mi corazón y mi carne retozan por el
Dios vivo..." (Sl 84,2-3).
Este hombre sabe muy
bien lo que quiere cuando sus pasos se encaminan al Templo; es consciente de
que va al encuentro del Dios vivo! Sí, el Dios que por estar vivo tiene ojos
para ver amorosamente sus aflicciones, tan vivo que tiene un corazón
inmensamente compasivo ante sus debilidades, tan tierno que alarga sus manos
para acariciar tiernamente sus heridas, tan entrañable que derrama sus
consolaciones cuando se abraza a Él desoyendo al voz del dios infame - Satanás
- que le dice que no vale la pena... que si ha tenido mala suerte en su vida,
que se arregle como pueda.
Nuestro amigo, es como
un enviado de Dios que nos instruye en la oración con verdadera Maestría
Espiritual. Nos dice que no vayas a la iglesia para cumplir con Dios pues no
necesita nada de ti, menos aún tus cumplimientos a veces tan lánguidos y
rutinarios… que vayas a la iglesia porque eres tú el que le necesitas a Él…
¡¡sí, al Dios vivo que está pendiente de ti y te da la vida..!! ¡¡Porque es el
Dios Vivo!!
P. Antonio Pavía
https://comunidadmariama.blogspot.com/
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