miércoles, 26 de mayo de 2021

La UCI y Dios

 

Dios se pasea con túnica blanca entre las camas de UCI y habitaciones de llanto; en sus bolsillos, las oraciones de tantos y en sus ojos, las lágrimas de la tierra... Tiene que decidir qué esperanza se lleva, si la de los seres queridos “evitando” el desenlace o la del hijo postrado que desea un “mundo” sin dolor.   

Mientras Dios se acerca a la cabecera de nuestro amado ofreciéndole sus brazos, nosotros tiramos de los pies con todas nuestras fuerzas... ¡No, no Te lo lleves, espera, dale más tiempo!... Pero lo que Él le ofrece es mucho más.     

Nuestro enfermo quiere que todo acabe, que no suframos, que nuestra Fe sea certera; no habla con palabras sino con ojos cerrados:    

-¡Dejadme libre!, no me despido sino que os espero en mi nueva morada ¿Sabéis?, todo allí es genial, pleno de  concordia, amor, “familia”...  

Y sí, Dios tenía más fuerza y nuestras manos soltaron los pies del amado. El hilo con la tierra se rompe y su Ángel de la Guarda lo recoge para que no tropiece camino al cielo.

El premio le espera entre cortinas de oro, salud, juventud y sentidos. Allí estaba Él otra vez con sus brazos abiertos, mientras nuestros pañuelos plenos de ausencia no veían su inmensa alegría.     

Siempre una pregunta: “Señor, si tanto nos amas ¿Por qué no nos dejaste a éste buen hombre entre nosotros?”.

Siempre la misma respuesta: ¡Porque los milagros que hago salvan almas y él, él es justo y salvo!

In memoriam, hermano

Emma Díez Lobo

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