Sigo
repasando alguno de los contenidos de Christus Vivit y
sus postulados para con los jóvenes:
UN
REGALO DE DIOS. Eso es cada joven. La juventud, más que un orgullo,
es un regalo de Dios. El papa Francisco confía en que los jóvenes de nuestra
Diócesis se valoren tanto a sí mismos, se tomen tan en serio, que busquen su
crecimiento espiritual. Como obispo, lo creo, espero y confío. Nuestra PJV
tiene clara la espiritualidad (la santidad) de la cual bebe y propone. Es la
que toca la vida, tejida de sueños, experiencias, relaciones, proyectos y
elecciones. Aun así, nuestra propuesta de espiritualidad debe: Soñar y elegir una
sana inquietud, evitar vivir en una continuidad de lamentos, perseguir los
sueños. Vivir y experimentar, nunca debilitar esas ganas de nuestros jóvenes,
pues es la Palabra de Dios la que les invita a vivir el presente, y no solo a
preparar el futuro. Vivir y experimentar los momentos dichosos, también los
duros. Amar al Señor, que además de ser un mandamiento, es la consecuencia de
toda amistad seria, fiel, firme, estable, que madura con el tiempo y solicita
un pacto inquebrantable. La oración, los sacramentos, el contacto con la
Palabra de Dios y la comunidad se convierten en desafío y aventura que hace
crecer y madurar esta amistad. Vivir la fraternidad; esto es, salir de sí mismo
y abrirse a los demás, buscar el bien de los otros, no caer en la tentación del
aislamiento de mi fe y de mi persona. Comprometerse, más allá del grupo de
amigos, buscando una amistad social amplia e implicativa frente a la nefasta
enemistad social, capaz de destruir nuestro mundo, nuestros pueblos,
comunidades y hasta la propia familia. En misión valiente, porque los jóvenes
son «el ahora de Dios». Se prepara el futuro si se vive bien, con entrega y
generosidad, el presente (ChV 178). Jesús no solo envía a algunos (Mc 6,7-13),
sino a todos (Lc 10,1-12).
CON Y
PARA VOSOTROS. En mis anteriores escritos hice referencia y
agradecimiento a las estructuras diocesanas que llevan a cabo la acción
evangelizadora con niños, adolescentes y jóvenes. La delegación de Pastoral
Juvenil es el brazo que el Obispo tiene para coordinar, proponer, favorecer y
crear acciones de evangelización para niños, adolescentes y jóvenes. Nuestra PJ
es, necesariamente, un espacio de encuentro, reflexión y comunión gracias a los
agentes, las personas que lo hacen posible prestando su tiempo, esfuerzo,
proponiendo modelos y formas de trabajo evangelizador entre los jóvenes. Ellos
son la vía por la que Dios sigue buscando hacerse presente entre nuestros
ingenuos niños, geniales adolescentes y genuinos jóvenes. Pero a veces, estas
mediaciones presentan problemas. Quien evangeliza es toda la comunidad
diocesana, constituida por personas concretas con distintos carismas,
servicios, vocaciones. Estar con los jóvenes nos resulta fundamental, y no
queremos quedarnos fuera ni de su tiempo ni de su historia.
Con mi
afecto y bendición,
+ Ángel
Pérez Pueyo
Obispo de
Barbastro-Monzón
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