Pues si no comes su Pan no tienes su amistad y, si no te “comes” su Evangelio que es la palabra de su Padre, no hay Pan que te valga.
Está Escrito (primero la Palabra): “Quien
come mi pan... Tendrá vida eterna, haced esto...”. Son dos comidas
importantes a engullir como los pavos y si no lo hacemos nos la estamos
jugando, por saber, creer y... No hacer caso. Que conste que es por nuestro
bien porque a Dios no Le hacemos ninguna falta.
¡Ah!, y lo que está de moda: Comulgar sin confesar (como no hacemos
nada raro), pues estamos cometiendo una
grave ofensa. Somos su templo y no podemos hacer lo que nos dé la gana; lo dice
el Evangelio, no se lo inventó la Iglesia.
El
Pan te hace ver la vida al modo de Dios,
ya sé que esta visión nos dura un par de horas, somos así, pero ahí tenemos a
su Consagrado para el siguiente perdón y esto se llama Misericordia infinita; que por cierto, en el cuarto de tu casa por
mucho que mires al techo con una cruz en la mano esperando la absolución, la Misericordia
ni baja ni funciona como muchos creen. No, no
estás perdonado.
Si deseas darte cuenta de esto, visita al
Santísimo; simplemente con mirar un buen rato esa Vela encendida, te acabarás enterando
¡Haz la prueba!!!
Adoración, Remisión, Pan y “después” Vida eterna. ¿Es difícil?, ¡qué va!, lo
difícil es mantenerte sin criticar ni juzgar... ¡Ufff, con los tiempos que
corren!
Emma
Diez Lobo
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