Flores que yo pondría a los pies de las tumbas de millones de madres de ayer, y de las que hoy se van con esta terrible pandemia.
María
se queda sin flores esta vez, pero Ella lo prefiere ¡Pobre María! No deja de
llorar. Tenemos lo que el hombre ha querido y ¿Ahora pedimos clemencia? Seamos
justos, la ley del libre albedrío del hombre dice que los inocentes son reos de
los culpables, a lo que Dios responde con las Bienaventuranzas y María con sus
brazos.
Bastante
suerte tenemos los cristianos con unos Padres que consuelan a los vivos y,
acogen a los “muertos” que creyeron que el Evangelio de Jesús eran Palabras de
Dios.
Hoy
no tengo flores pero si palabras sobre hojas blancas... Mes del amor materno
universal; de todos los que cuidan como madres a media humanidad; mes del
recuerdo de madres que enseñaban a sus hijos esta oración: “Bendita sea tu pureza y
eternamente lo sea pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza...”;
de aquellas manos que nos acariciaban si estábamos malitos y nos daban un
poquito de jamón York y yogur blanco en tarro de cristal, la que se inventaba
cuentos para dormirnos, nos cantaba canciones, nos cosía la ropa y no dejaban
de trabajar... ¡Mamá cómo me acuerdo de ti!
Mes
de madres y madres en la nostalgia... Sobre ellas, mis flores en letras negras “de
papel” y sobre las flores, María.
Emma Díez Lobo
Mayo
2021
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