lunes, 7 de marzo de 2016

Vuestros nombres están escritos en el cielo (Lc 10,20)


Dice el Salmo 90 (A la sombra del Omnipotente):
Te llevarán en sus manos
para que tu pie no tropiece en la piedra.
Caminarás sobre áspides y víboras
pisotearás leones y dragones…
(Sal 90,12)

Como todos los Salmos, en éste, Jesucristo se refugia la sombra de Yahvé, su Padre, Dios omnipotente, que le librará de la red del cazador, de la peste funesta-Satán-…que le cobija bajo sus Alas.

Es curioso cómo el diablo, en el episodio de las tentaciones de Jesús en el desierto, le tienta con este Salmo, cuando le dice: “…Tírate desde lo alto, porque está escrito, tu Padre enviará ángeles para que tu pie no tropiece en la piedra…”

 Y leemos en Lucas (10,20) una catequesis bellísima donde Jesucristo nos dice cómo debemos alegrarnos los discípulos del Señor. Él ha enviado a setenta y dos de ellos a predicar, y, a la vuelta, llenos de gozo, explican que “hasta los demonios se someten en el Nombre de Jesús”:

Escuchemos: “Regresaron los setenta y dos, y dijeron alegres: Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”. Él les dijo: “Mirad, yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo”. Mirad os he dado poder de pisar sobre serpientes y escorpiones y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos” (Lc 10,20)

De esta forma tan precisa, Jesucristo nos anuncia esta buena noticia-el Evangelio- con las palabras del Salmo 90.

Más tarde Juan relatará la profecía de Jesucristo con la visión en el libro del Apocalipsis: “…Y fue arrojado el gran dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles con él. Oí entonces una fuete voz que decía en el cielo: “Ahora ya ha llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche…”(Ap 12,9-11)

Satanás nos engaña con los placeres del mundo, y luego nos acusa ante Dios, como nos recuerda el libro de Job

Estos nombres, siguiendo con el libro del Apocalipsis, estarán en nuestra frente, impresos, como un sello que nos identificará como los “amados de Dios, los elegidos”: “…Llevarán su Nombre en la frente, ya no habrá más noche, ni necesitarán luz de lámpara o del sol, porque el Señor Dios irradiará su Luz sobre ellos y reinarán por los siglos de los siglos” (Ap 22, 4-6)

 Esta alegría del discípulo la recogerá más tarde san Pablo cuando les dice a los Corintios: “Si alguno se gloría, que se gloríe en Cristo Jesús” (1 Cor 31)

 Pues nosotros, hermanos busquemos el Reino de Dios, huyendo de la vanidad, que todo es obra de Él, y nuestros nombres también estarán escritos en los Cielos

Alabado sea Jesucristo.


Tomás Cremades

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