Dice el Salmo 90 (A
la sombra del Omnipotente):
Te llevarán en sus
manos
para que tu pie no
tropiece en la piedra.
Caminarás sobre
áspides y víboras
pisotearás leones y
dragones…
(Sal 90,12)
Como
todos los Salmos, en éste, Jesucristo se refugia la sombra de Yahvé, su Padre,
Dios omnipotente, que le librará de la red del cazador, de la peste
funesta-Satán-…que le cobija bajo sus Alas.
Es
curioso cómo el diablo, en el episodio de las tentaciones de Jesús en el
desierto, le tienta con este Salmo, cuando le dice: “…Tírate desde lo alto,
porque está escrito, tu Padre enviará ángeles para que tu pie no tropiece en la
piedra…”
Y leemos en Lucas (10,20) una catequesis
bellísima donde Jesucristo nos dice cómo debemos alegrarnos los discípulos del
Señor. Él ha enviado a setenta y dos de ellos a predicar, y, a la vuelta,
llenos de gozo, explican que “hasta los demonios se someten en el Nombre de
Jesús”:
Escuchemos:
“Regresaron los setenta y dos, y dijeron alegres: Señor, hasta los demonios
se nos someten en tu Nombre”. Él les dijo: “Mirad, yo veía a Satanás caer del
cielo como un rayo”. Mirad os he dado poder de pisar sobre serpientes y
escorpiones y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño; pero no
os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros
nombres estén escritos en los cielos” (Lc 10,20)
De
esta forma tan precisa, Jesucristo nos anuncia esta buena noticia-el Evangelio-
con las palabras del Salmo 90.
Más
tarde Juan relatará la profecía de Jesucristo con la visión en el libro del Apocalipsis:
“…Y fue arrojado el gran dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y
Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles
con él. Oí entonces una fuete voz que decía en el cielo: “Ahora ya ha llegado
la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo,
porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba
ante nuestro Dios día y noche…”(Ap 12,9-11)
Satanás
nos engaña con los placeres del mundo, y luego nos acusa ante Dios, como nos
recuerda el libro de Job
Estos
nombres, siguiendo con el libro del Apocalipsis, estarán en nuestra frente,
impresos, como un sello que nos identificará como los “amados de Dios, los
elegidos”: “…Llevarán su Nombre en la frente, ya no habrá más noche, ni
necesitarán luz de lámpara o del sol, porque el Señor Dios irradiará su Luz
sobre ellos y reinarán por los siglos de los siglos” (Ap 22, 4-6)
Esta alegría del discípulo la recogerá más
tarde san Pablo cuando les dice a los Corintios: “Si alguno se gloría, que
se gloríe en Cristo Jesús” (1 Cor 31)
Pues nosotros, hermanos busquemos el Reino de Dios,
huyendo de la vanidad, que todo es obra de Él, y nuestros nombres también
estarán escritos en los Cielos
Alabado
sea Jesucristo.
Tomás
Cremades
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