Un fiel israelita ante
la majestuosidad de los astros celestes, no acierta a comprender porque Dios se
interesa tanto por un ser tan frágil y diminuto como es el hombre; oigamosle:
" Señor Dios nuestro ...¿qué es el hombre para que pienses en él..?
"(Sl 8,1-5) Si está solicitud de Dios por el hombre deja atónito a nuestro
amigo, nos preguntamos cómo sería su reacción ante el encuentro entre
Jesús Resucitado y Pedro a orilla del mar de Tiberiades en el que el Señor
vencedor de la muerte parece que se rebaja ante Pedro, que a todos nos
representa al preguntarle: ¿Me amas? Esta actitud del Hijo de Dios no nos
parece ni posible ni creíble...y casi casi no siquiera digna, sin embargo así
sucedió. Por si fuera poco, aun no nos hemos repuesto de nuestro estupor,
aun cuando al responder Pedro - no sabemos cómo tuvo fuerzas para articular
palabra alguna- Señor tú sabes que te amo, y Jesús le añade: " Apacienta
mis ovejas" No estamos soñando... Jesús le está traspasando su título de
Buen Pastor (Jn 10,11); le confiere la capacidad para pastorear a sus
ovejas...las que como el mismo Pedro puntualizara años después, fueron
rescatadas por su Señor a muy alto precio: su sangre. (1 Pe 1,18-19) Esto es
inconcebible...Jesús te perdona, te rescata y - salvando las distancias- te eleva
a su altura. Se llama Amor. Creo que pasar por esta vida sin buscar este Amor
hasta encontrarlo... es el mayor fracaso humano.
P. Antonio Pavia
comunidadmariamadreapostoles.com
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