¡Vaya verdad!!!
Somos los tenedores de almas que deben volver al Padre, pero que no nos
enteramos hasta que nos enteramos -valga la redundancia- y entonces… Entonces diremos:
“Yo
hice lo mejor que supe”. Pues de eso nada, pero nada de nada.
A ver, si nos
diéramos cuenta del “detallito”: SON DE
DIOS, el mundo no sería lo que es, pero no caemos en el detalle; creemos
que son de nuestra propiedad y así van los “nenes” creciendo y haciendo lo que
les sale del pié. Generación tras generación “creamos”: Agnósticos, incrédulos,
siddhartitas, malos, medio regulares… ¡Un cuadro espectacular!
No les inculcamos
que el alma viene impoluta, vacía de “cosas” que debe llenar aquí y llevar a Dios
de vuelta; no les dijimos: “Oye, limpia
siempre tu alma y cárgala de bondades, no sea que tu necedad te arrastre al infierno”.
Pero no, les llenamos
de “comiditas y juguetes” fantásticos con poco espacio para Dios y, ¡Ea! todos
al precipicio gorditos y rebosantes porque los “papis” lo hicimos genial.
También es verdad
que de padres piadosos salen nenes “al revés”, y es que Satán se aprovecha de toda
debilidad disfrazándose de moderno consejero: “Tus padres son unos arcaicos, no te cortes y vive como te dé la gana” (y
así te vienes conmigo).
Señor perdónanos
por ser simplemente custodios y no nos dimos cuenta; perdona a nuestros hijos
lo que a nosotros corresponda y a ellos preséntate por mil caminos.
Emma Díez Lobo
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