Nos hacemos eco
de quizás la confidencia más íntima que hizo Pablo a Timoteo, su compañero de misión;
es muy personal, solo se dice a un amigo muy especial y Timoteo lo fue. Se nos
saltan las cuerdas del alma al oír lo que le dijo acerca de Jesús: "
Se fío de mí, me hizo capaz y me confío este Ministerio - el de la Evangelización."
(I Tm 1,12) Pablo, esclavo de la ley, que nunca pudo cumplir, resalta en esta
confidencia el abismo infranqueable existente entre el voluntarismo y la
Gracia. El voluntarista, acoge el Evangelio como reto, desafío personal, lo
enseña, sin la Fuerza del Anuncio, incluso traspasando fronteras hasta
que llega un momento en el que se cansa… porque su voluntarismo no da más de
sí, ni da fruto.
Quizás se
dedique entonces a todo tipo de burocracia o promoción marca O.N.G... lo que no
está nada mal, siempre que no sea una manta para tapar la inutilidad de su
voluntarismo religioso. También puede suceder…y sucede, que acoja el Evangelio
como Gracia y Fuerza de Dios y que como Gracia y Fuerza de Dios lo anuncie. Si,
repito, es lo suficientemente humilde para dar este giro tempestuoso en su
vida, a su tiempo tendrá la misma autoridad que San Pablo para poder confesar
respecto a Jesús: Se fío de mi me hizo capaz y me confío este Ministerio de la
Evangelización... de anunciar el Evangelio de la Fuerza y Gracia de Dios que
cambia, como me lo cambio a mí, los corazones de piedra en corazones de carne.
P. Antonio
Pavia
comunidadmariamadreapostoles.com
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