Los discípulos de Jesús
son portadores y anunciadores de su Palabra, que es Fuerza y Vida para el
mundo. Bien sabían esto las primeras generaciones de cristianos que se
reconocían Palabra de Dios al servicio de los hombres. Es bellísimo a este
respecto el testimonio de San Ignacio de Antioquía en los albores del siglo II !He
llegado a ser Palabra de Dios! También, por citar uno más, el de San Cirilo de
Alejandría allá por el siglo V: "Desde el momento en que ha amanecido para
vosotros la luz del Unigénito, somos transformados en la misma Palabra"
Bien sabían las primeras generaciones de cristianos que por ser luz del mundo (Mt
5,14) el Evangelio que el Hijo de Dios había sembrado en sus corazones y que su
boca anunciaba era "La Luz Verdadera que ilumina a todo hombre.." (Jn
1,9) He aquí la misión por excelencia de los discípulos de Jesús.
Irradian la Fuerza de Salvación propia del Evangelio bien por su anuncio
explícito o bien implícito con el testimonio de la esencia de la caridad: Las
obras de misericordia. Unos y otros transparentan con su vida - recogida entre
las manos de su Buen Pastor - El Evangelio de la Salvación. Allí donde hay un
discípulo de Jesús lleva consigo su torrente "que llena de vida a quienes
se dejan empapar por sus aguas " (Ex 47,9)
P. Antonio Pavía
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