lunes, 22 de junio de 2020

La mayor bendición de Dios





Creo que es bastante arriesgado señalar cuál pueda ser la mayor bendición que Dios nos quiere dar; aún así voy a intentarlo guiándome por el autor del Salmo 24, en cuanto escribano, ya que el Autor e Inspirador es Dios.

Comienza así este salmo: ¿Quién puede estar en el recinto Santo de Dios, junto a Él? Hecha la pregunta, este hombre orante prosigue: "El de manos inocentes y corazón limpio".

Sabemos por los profetas que Dios proclama que los de manos inocentes y limpio corazón son aquellos que no albergan rencores en su interior, que no hablan mal de nadie, ni siquiera de los que les han hecho y hacen daño con calumnias, difamaciones, burlas, etc. Por si fuera poco continúa el salmista, y nos habla de la vanidad del alma propia de los que hacen obras de caridad que todo el mundo tiene que saber porque las pregona, de una forma u otra, con su incansable lengua...

Bueno, arreglados estamos, pues el listón es inalcanzable, a no ser que nos sintamos tan avergonzados que digamos al Señor: ¡Ya ves qué necio he sido! Cógeme en tus brazos de Buen Pastor y enséñame a ser querido por Ti, de forma que solo me importes tú, y no lo que digan de mí, tanto a favor como en contra.

Cuando llegamos a este bellísimo punto en nuestra vida hacemos nuestra la Gran Bendición de Dios que nos anuncia el mismo salmista: "Éste alcanzará la bendición de Dios”. Y añade: "Esta es la raza de los que buscan a Dios".

P. Antonio Pavia
comunidadmariamadreapostoles.com


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