Debemos obedecerte
porque, ciegos, no vemos lo que tú ves.
Porque esa resistencia
que sentimos dentro, es nuestra rebeldía, nuestra forma de decir que no te
entendemos.
Obedecemos matando
nuestra razón y lo hacemos porque vemos con los sentidos del alma que, detrás
de nuestro “si”, hay un espacio de encuentro, donde nos dejas entrar, donde nos
dices quién eres.
Obedecer es pactar
contigo, es obligarte a cumplir lo que nos has prometido.
Obedecer es el trato
que firmaste con tu sello en nuestra incrédula alma cuando la primera vez,
olvidamos la razón y apostamos por ti.
Y así, desde aquel
momento, cada vez que tus dos ojos nos miran al corazón y le empujan a seguir
otro camino distinto que el que había elegido, nuestra vida se rebela, se
resiste, se revuelve pero sabemos muy bien que haremos lo que Tú digas.
Que, aunque no te
comprendamos y cada paso que demos sea en la oscuridad, nos espera tu
respuesta, multiplicando tu gracia………..otra vez “ciento por uno”.
En la obediencia,
Señor, vivimos abriendo puertas que no quisimos pasar pero que tú nos ofreces
para entrar al otro lado, donde estás Tú esperando, la puerta de la
Misericordia.
(Olga)
comunidadmariamadreapostoles.com
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