Adolescente de mi
mundo, te has ido con Dios temprano y feliz. Tu alegría irradia en los
corazones y tu muerte ha sido la esperanza de conversión y milagro.
Cada oración, cada
pobre, cada catequesis que ofreciste, Dios te lo premió. Eres un ejemplo del
siglo XXI y Dios sabe que has encendido en muchos, la llama de la carrera a la salvación.
Apuntaste hacia la
eternidad muy joven, tan joven que ni tus padres sospecharon tu marcha. Era
evidente que no podías quedarte, no, Dios te retiró antes de que Satanás
metiera mano en tu juventud, en tu madurez.
La tierra arrastra,
sumerge, aparta y atrapa… No sé que habría sido de ti… Pero ¡Mírate ahora!, has
librado ese lugar donde se rinden cuentas que queman el alma, dónde no querías ir.
Eras un chico más,
un alumno más, un chaval que utilizaba internet y al tiempo, orabas, rezabas, te
sumergías en la Eucaristía: “Tu autoestrada per il cielo”… ¡Ya
has vuelto a Casa!
Tus palabras
finales las escucho cada día con verdadero asombro por tu Fe adulta. Dijiste: “Sono
destinato a morire”, con una sonrisa extraordinarias que destruye toda
incredulidad.
Ya sabes, Venerable
Carlo, te has ido ofreciendo tu dolor por el Papa y la Iglesia.
Bendito seas en
el cielo, y en la tierra protege a los chicos de tu edad. Gracias de todo
corazón.
Hoy, el Santuario
del Despojo de Asís, lugar que ansiabas para dormir junto a San Francisco, se
ha iluminado con tu presencia, él guardará tu cuerpo hasta el último día.
Emma Diez Lobo
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