“Nos hemos quebrado
como vasos de alfarero” (V. 9)
Nos hemos constituido
en príncipes y señores de la tierra. Hemos creado la sociedad de bienestar,
todo lo tenemos al alcance de la mano. Algunos no, pero como son minoría, no
importan.
¿Para qué necesitamos a
Dios? Ya lo tenemos todo.
Destruyamos
al Señor y su Mesías, “rompamos esta unión, sacudamos su yugo” (V.3)
Debilitamos su fuerza y
nos proclamamos dioses.
¿Para qué necesitamos a
Dios?
Pero el que habita en
el cielo sonríe: “Yo ya he entronizado a mi Rey en mi monte santo” (V.6)
“Tú eres mi Hijo amado,
mi elegido, yo te he engendrado hoy” (V.7)
Qué necios los hombres,
en nuestra ignorancia no queremos saber: “Qué necios y torpes sois para creer
lo que ya está anunciado” (Lu 24, 25)
“Yo Soy, y he heredado
en propiedad hasta los confines de la tierra” (V.8)
“Los gobernarás con
cetro de hierro, los quebrarás como vasos de alfarero” (V.9)
Nos hemos quebrado,
estamos rotos, andamos vagando como ovejas que no tienen pastor.
Pero el amor de Dios
prevalece y es eterna su misericordia. Y entonces se oye su voz:
“Los que os consideráis
reyes de la tierra, sed sensatos, dejaos corregir, volved vuestro rostro al
Señor. Servirle con temor y con temblor adorarle.”
Aceptad su voluntad y
seguid su camino (V. 10,11)
Porque El reparara los
vasos quebrados y os conducirá con yugo suave y carga ligera hacia la
eternidad.
¡Dichosos los que en ÉL buscan refugio!
(Mercedes)
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