Hizo falta una
cuarentena para que ante mis ojos se
abrieran los libros de San Bernardo y San Juan de la Cruz…
¡Madre mía qué
Santos más enrevesados! No quito sus grandes méritos como escritores y Doctores
de la Iglesia, pero que Dios me perdone, no hay quien les entienda con tanta
“floritura” sublime y todo seguido sin respirar.
De verdad que pongo
cara seria y me digo: “Yo que hablo castellano
¿cómo es posible que no sepa qué me dicen?” Pues no, ni leyendo tres veces
la misma frase…
Por cierto, la Introducción
de “La
noche oscura” de S. Juan de la Cruz... 40 hojas en “clave alienígena”
¡Imposible!, y después me puse con la lujuria espiritual… Y me llené de lujuria por querer entender. ¡Vaya
inútil me digo!, hoja tras hoja y cómo que escriben para sus adentros y,
eruditos… Así no hay manera.
Bueno, y empecé Santa
Teresa con toda mi ilusión… De cinco palabras descifro tres; y no es el castellano
“troglodita” que emplea, es que me lía con tanto misticismo que se me va el
entendimiento ¡Qué pena por favor!
Pero yo fiel sigo
en el intento, que esta pandemia va para largo y leer a estos Santos es un privilegio
y un reto. Intentadlo también vosotros. Entre Evangelio y Evangelio, una de Místicos
¿No tenéis curiosidad?
Yo he visto donde
confesaba S. Juan y dónde tuvieron lugar algunos milagros de Sta. Teresa. No lo
he olvidado.
Emma Díez Lobo
No hay comentarios:
Publicar un comentario