Partimos
la Palabra del versículo 122 del Salmo 119 que nos muestra con toda claridad la
confianza que este hombre fiel tiene en Dios. Le súplica: “Sé tú mi fianza Señor,
no me entregues en manos de mis opresores “Como no tiene como defenderse
pues sus acusadores son poderosos pide a Dios que sea El su fianza.
La
situación de este hombre se parece a la nuestra cuando nuestro Acusador, que
esto es lo propio de Satanás, nos recuerda sin cesar pecados de nuestra vida
pasada aunque estén ya confesados y perdonados y este recuerdo martiriza
nuestra conciencia. Hemos de rezar con la Escritura y decir como el salmista a
Dios...” Se tú mi fianza". Dios que escucho al salmista nos escucha a
todos; nos envió a su Hijo como fianza de nuestras culpas y deudas. Con
una aclaración; las fianzas se cobran, esta no.
En su
muerte Jesús clavo en la Cruz todas nuestras deudas por siempre. Oigamos a San
Pablo: " Jesús cancelo las notas de cargo que había contra nosotros...las
suprimió clavándolas en la Cruz (Col 2,14)
P. Antonio
Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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